LA BIBLIOTECA

Como se muestra con más detalle en el Apéndice I, la biblioteca de música del Conservatorio “Santa Cecilia” ahora posee aproximadamente 300.000 unidades de bibliotecas, 8 de ellos incunables, 312 ediciones del siglo XVI, 10.000 manuscritos y 320 publicaciones periódicas, un centenar de ellos todavía en marcha. También cuenta con una biblioteca de sonidos de alrededor de 4000 unidades, incluyendo discos de larga duración, discos compactos, casetes de audio y vídeo. También es notable el número de cintas con grabaciones de conciertos y ensayos requeridos en Bellas Pasillo entre los años cincuenta y setenta.

 

En 1983 la musicóloga estadounidense Janet Johnson anuncio al mundo grande noticia: en la biblioteca del Conservatorio de música “Santa Cecila” había salido a la luz el manuscrito autografiado de las músicas del Viaje a Reims que Rossini no había utilizado Le comte Ory. La noticia hizo estupor sobreodo después que el “capolavoro” rossiniano, hasta ese momento dado por perdido, fue reproducido por Claudio Albano en un escenografía costosísima, salió a la escena primero en Pesaro después en Milan. Hubo quien esperó que de algún cajón olvidado, aparecieran otras maravillas: a lo mejor entre las partituras operísticas del ya sitado fondo Cencetti, que bien documentaban la actividad de los teatros romanos en los siglos XVIII e XIX; o también entre los manuscritos de música sacra del fondo Ravalli, que recoge composiciones que pertenecían a las higlesias romanas Santo Spirito in Saxia y de Santa Maria alla Vallicella. En realidad el precioso autógrafo rossiniano era simplemente uno de los tantos nuestros manuscritos “en curso de catalogación”(no ocurre aquí subrayar todavía los graves problemas del orgánico de las bibliotecas de los conservatorios). Incluso ha estado ya señalado en el 1964 en un estudio de Diana Masiello Zanetti donde, clasificando los donadores mas generosos hacia nuestra Biblioteca, se recordaba «la Real Casa, para algunas obras autografiadas de la CANTATA Il viaggio a Reims de Rossini».

 

Del resto en diversos fondos de la biblioteca ciertamente no hay escasez de autógrafos famosos. Aparte de las citadas partituras autografiadas de Bellini, ejemplarmente restauradas por el instituto de patología del libro, es también abligatorio mencionar algunas de las partículas del coro, incluso escritas por Palestrina: Beata est Virgo Maria y Omnis pulchritudo Domini, tres preámbulos para órgano de Mendelssohn, donado por el compositor Abad Romano Fortunato Santini; el himno O Roma nobilis Liszt en su propia transcripción para piano; Las siete palabras de la agonía de Jesucristo de Giovanni Pacini; Macbeth de la Ernest Bloch donada por el autor durante su actuación en el Teatro de la Ópera de Roma. Y mas: las páginas puño de Donizetti, Mercadante, Fioravanti, y muchos “pequeños” del siglo XVIII y XIX. Por supuesto que hay autógrafos de Sgambati, Pinelli, Cesare De Sanctis, Alfredo Casella, Ildebrando Pizzetti, y otros maestros que han enseñado gradualmente en la escuela patrocinada en 1869 por la Academia de Santa Cecilia, después en el liceo, y finalmente, en el actual conservatorio de estado. También deben recordar los manuscritos de Vincenzo Tommasini, llegado a nuestra biblioteca en 1951, gracias a un legado del compositor, así como los de dos músicos que tenemos toda la producción: Pier Adolfo Tirindelli (que murió en Roma en 1937) y Carlo Jachino (murió en Nápoles en 1971), que también donó muchas grabaciones de sus propias composiciones y una biblioteca de música bien surtida.

 

Ya se ha mencionado la compra del Ministerio de Educación, que en 1899 envió a la Biblioteca algunas composiciones de autógrafos de Pedro Raimondi, compositor romano que vivió entre 1786 y 1853. Una de ellas – quizás la partitura mas grande en el mundo, que mide cm. 108 x 80 – corresponde a tres “oratori” que se pueden tocar de forma individual o de forma simultánea, como se hizo en Roma en 1852 que incluye tres orquestas, tres grupos de solistas y tres coros por un total de 400 artistas (nuestra biblioteca mantiene todas las partes de orquesta de composición de mamut). De hecho Raimondi tenía la manía de realizar composiciones “múltiple”. Entre los resultados de nuestra propiedad, hay fugas que se pueden realizar simultáneamente (uno está en el libro Guinness, que incluyó a 64 artículos divididos en 16 coros de cuatro voces cada uno), una partitura orquestal titulada “Due sinfonie in una”, e incluso dos obras teatrales para interpretarlas juntas: los cuatro rusteghi y Adelasia, un cómica y otra seria. Esta mega partitura sin embargo quedó sin terminar en la parte instrumental.

 

Entre los ocho incunables propiedad de la Biblioteca, van especialmente remarcados dos tratados teóricos: libros de música “quinque de Boecio”, en la edición impresa, incluyendo las obras completas boeziani publicadas en Venecia en 1491-92; y una edición que vino poco después de la “Pratica musice di Franchino Gaffurio”, cuyos ejemplos numerosos son las primeras incisiones musicales con técnica xilográfica.

 

En cuanto a las ediciones exclusivamente musicales, es importante saber que el “312 cinquecentine” de la Biblioteca – incluyen obras de Josquin, Palestrina, Rore, de Monte, Animuccia, Ancina y otros – ejemplificando de todas las técnicas utilizadas por las impresoras de música de la época: caracteres móviles, xilografía , grabados en madera. La tecnica xilografica di Ottaviano Petrucci está representado por “Liber tertius delle messe di Josquin”, dejó su laboratorio en Fossombrone en 1514; la de su imitador y rival Andrea Antico de un “Liber Quindecim Missarum” en gran folio impreso en 1516. Las generaciones posteriores de impresoras están bien ilustradas por los volúmenes producidos por dos grandes familias que dominaban el mercado de la música entre los siglos XVI y XVII: Los Scotto y los Gardano. Pero también las impresoras romanos hacen su figura con algunas primeras ediciones Palestrina curadas por el mismo compositor, como el “Liber Primus” de misas a cuatro voces, dedicado al Papa Julio II. En cuanto a otras ediciones, ponemos Claude Goudimel (1558) y Orlando di Lasso (1578) impreso «imprimeurs et libraires du Roy en musique» los primos de Le Roy y Ballard, así como una edición rara de Cantos de naturalezas sundrie de William Byrd (1589).

 

En el campo de la música instrumental del siglo XVII no faltan rarísimos ejemplares (y a veces únicos) de tablaturas para órgano, clave, laúd o guitarra, desde la última edición de los dos libros de di Toccate di Frescobaldi (1637). Ampliamente representado es también el campo teórico contemporáneo, con los tratados Artusi, Cerreto, Agazzari, Pisa, De Cans, Gumpelzhaimer, Columna, Kepler, Mersenne, Doni, Descartes, Kircher, Giovanni Maria Bononcini y otros.

 

Aunque la música progresiva publicación de crisis en Italia en el siglo XVIII, a un agotamiento de los temas y una vuelta al manuscrito como la principal herramienta de difusión de la música, nuestra Biblioteca está “cubierta” en este sector, sobre todo debido a los volúmenes del fondo Mario, tenor y bibliófilo apasionado.

 

Con el advenimiento de la litografía, Italia es parte del mercado de la edición musical con algunas empresas del siglo XIX: los ya mencionados, las ratas y los romanos Ricordi Milanese Giovanni y Cencetti, con sus hermosas partituras folio oblonga; o la florentina Guidi, el inventor de las puntuaciones de bolsillo en el octavo. Pero con ellos ahora nos encontramos en el punto donde el “raro” – como en la antigua selección de la biblioteca se definen las anteriores ediciones 1820 – perforar el material ordinario. Como quiera que presentar sorpresas importantes, sobre todo en los 43 340 ediciones italianas dijimos que habían entrado en la Biblioteca 1880-1925 como “depósito de los derechos de autor”. De hecho, en ese medio siglo nuestra publicación música local ha experimentado un auge sin precedentes, debido a la amplia propagación del piano en familias italianas, y, ya que estaban destinados a la preservación de toda la era de los materiales depositados, bibliotecarios (después de Berlín: Attilio Luciani, Michele Caputo Carlo y Francesco Mántica) no podían, como de costumbre, desechar la música popular o popular “” ha registrado en esos años, como indigno de ocupar un valioso espacio en los estantes. Por lo tanto, además de la música seria, estos collares retener destinados a bandas u orquestas entretenidos por las tardes café, en las fábricas de cerveza o en los balnearios. Y el guiño cubre art nouveau, que representa a las señoras elegantes sombreros de la última moda o bebés regordetes intención de “volver a crear” con las teclas de un piano, que recuerdan gratamente que la música no es sólo el arte, sino también el traje.

El nacimiento

se puede decir que nuestra biblioteca nace el 27 de febrero de 1875, Cuando la “Regia Academia di Santa Cecilia” nombro el primer bibliotecario en la persona de Adolfo Berwin, que había ya tenido un curso de Literatura e Historia de la música en el marco de la escuela fundada seis años antes por Sgambati e Pinelli, destinada en breve a convertirse en Liceo Musical. En los Cajones de la Academia Berwin encontró (cerca de ochenta volúmenes). Por suerte otro enseñante de la escuela el maestro de canto Alessandro Orsini, tenía intenciones de poner en el asta su notable biblioteca. Por medio de Berwin la Academia logra convencer el Ministerio de la Publica Instrucción a adquirir el entero fondo y para superar la resistencia de Orsini a quien la oferta ministerial fue de 10.500 liras que se había vuelto poco interesante, agrego entonces por su cuenta más de 1000 liras que se debían pagar en 4 cuotas antes del 1876.

El Fondo Orsini

Dada la angustia de los locales disponibles en la sede ocupada entonces por la academia en vía Ripetta 222, el fondo Orsini fue provisoriamente acomodado en un local del ex Colegio Romano, y cedido a la Academia solo después que a esta fue concedida una parte del ex monasterio de las hermanas Orsoline di vía dei Greci. En junio del 1877, tres meses después de la apertura del liceo, el presidente Broglio podía así anunciar a la asamblea de los socios sicilianos, la inminente apertura ala publico de la Biblioteca Académica

«justa la inauguración del Ministerio de la Publica Instrucción con el cual deberá fijarse el horario relativo ». La Academia se hace cargo de los gastos de los muebles y los estantes indispensables y en el 1878 la apertura al público se vuelve una realidad.

 

El desarollo

Al núcleo original representado del fondo Orsini(el cual ex-propietario fue nominado vice bibliotecario) se agrega, mas allá de enteras colecciones donadas de los editores Milaneses Giulio Ricordi e Giovanni Lucca, el fondo de Giovanni Battista Cencetti, fundador junto a Leopoldo Ratti de la casa editora romana de la cual se dirá mas afeccionado. E Berwin a menudo donó las históricas ediciones Breitkopf & Härtel, operas completas de Mozart, Beethoven, Mendelssohn e Schumann.

En tal modo, entre el 1 de Abril de 1875 y el 31 de mayo de 1878, entraron en la Biblioteca 2027 volúmenes. Pero era todavía nada en relación al abismal incremento que tuvo en los años posteriores, gracias al golpe magistral por parte de Berwin, cuando convenció las autoridades competentes a dejar a la Biblioteca de la Academia una copia de las ediciones debidas al depósito por derecho de autor .

Esto dio su Fruto, en un arco temporal de 45 años (1880-1925) bien 43.300 volúmenes estampados.

La Sección Gobernativa, un giro de suerte para la Biblioteca, fue la creación, en su interior, de la Sección Gobernativa. El “regio” decreto que se instituyo el 2 de Marzo de 1882, disponía que en tal sección fueran «depositados todos los libros, opúsculos y papeles imprimidos desde el 1501 en adelante que reguardan exclusivamente a la música»

Que poseían las librerías del Gobierno Romano. Adhirieron a tal disposición la Biblioteca Angélica, la Biblioteca Universitaria Alessandrina y la Biblioteca Nacional Central “Vittorio Emanuele II”, con sus preciosos fondos que pertenecieron a las desueta congregaciones religiosas romanas

Posteriormente el Ministerio adquirió para la sección Gobernativa parte de la Biblioteca Burghesiana,

que el príncipe Paolo Borghese puso a remate entre el 1892- 93, incluyendo dos partituras autografiadas de Belliani (Norma y Beatrice de Tenda) y distintas operas autografiadas por Pietro Raimondi. Otras particulares adquisiciones por parte del ministerio consintieron después la formación de una importantísima colección de libros de ópera, conformada de los 118 volumen de la “Reconexión Silestri”(600 libretos de ópera, fiestas teatrales, academia y bailes, que documenta todas las representaciones musicales sucedidas en el teatro de Milas y Monza desde el 1670 al 1885) de los 4000 libretos de los siglos XVII-XIX provenientes de la reconexión Caroti, y sobre todo de los 21.000 libretos del mismo periodo que constituyen la grande reconexión del portugués Manuel Peixoto d’Almeida da Carvalhaes. Todavía la Sección Gubernamental crece rápidamente gracias a la ley de reproducción que en el 1883 dispone la transmisión a la Biblioteca tramite el Ministerio de GRAZIA e GIUSTIZIA, de las ediciones musicales provenientes de todo el territorio nacional.

 

La divisiòn

Se creo así para nuestra Biblioteca una compleja situación jurídica, que la veía dividida en dos dicciones, con distintos propietarios: la sección académica de propiedad de la Academia Ceciliana y la sección gubernamental de propiedad del estado. Tenía edemas la relación, que desde su constitución , había generado la Biblioteca a las escuelas de música patrocinadas por la Academia : relación que en el estatuto del Liceo musical elaborado en 1886 definitivamente sancionado como sigue: «Sirven a uso del Liceo la Biblioteca Académica y las operas de propiedad de gobernativa depositadas en la biblioteca medesima» cuando el 1911 el liceo musical fue asignado al ente morale subvencionado por el estado y en parte de la Provincia y del Comune de Roma, la sección gubernamental le fue unida, mientras la sección académica, hospedada en los mismos locales, continuó a «formar una sección aparte aunque si estaba destinado el funcionamiento a los mismos dependientes». La situación cambio con la rectificación del Liceo que llega en el 1919. Es por eso que cuando todo el patrimonio inmobiliario del instituto pasó al Estado, la sección académica continuo a restare a disposición del Liceo musical pero de propiedad de la Academia Ceciliana.

 

Del Liceo al Conservatorio

Cuando en 1923 el Liceo se transformó en Conservatorio, el nuevo instituto se encontró simplemente a heredar, entre otras cosas, el honor de gestionar una biblioteca pública. La Academia, la Provincia y el Comune de Roma quisieron continuar a custodiar su suerte. Tal es, que todavía hoy, el Consejo de Administración del Conservatorio de Música “Santa Cecilia” comprende dos representantes de la Academia, dos del Comune y uno de la Provincia, sin que esto comporte algún contribuyó financiero de parte de estos entes.

Una doble vestimenta jurídica
La integración a un Conservatorio de estado complico aun más el status, ya complejo de la Biblioteca. Es por eso que aunque siendo publica y escolástica, se encontraba a poseer una doble vestimenta jurídica. Todavía las dos funcione no resultaban en contradicción , ya que las leyes vigentes consentían que las bibliotecas de los conservatorios fueran abiertas al público y dotadas de personal proprio. Solo con la entrada en vigor de la desdichada  ley n°262 del 2 de marzo de 1963, las dos funcione comenzaron a obstacularse, ya que dicha ley prohíbe al orden administrativo y didáctico de los conservatorios de música olvidándose de las bibliotecas. Comenzó entonces el ultra treitenal calvario que ha llevado gradualmente al cierre público de la bibliotecas de fundamental importancia musicológica como aquellas de los Conservatorios de Nápoles y Florencia, incluso hoy inaccesible a los estudiosos. Solo el sentido de responsabilidad de los bibliotecarios como Guglielmo Barblan y Emilia Zanetti han impedido que en los Conservatorios de Milano y de Roma sucediera lo mismo. Así como tratan de impedirlo hasta ahora, incluso con miles de dificultades, sus sucesora.

Hoy en día la Biblioteca “Santa Cecilia” (nombre abreviado) posee cerca de 300.000 unidades de catalogación distintas en los dos “secciones” que incluyen: 200.000 ediciones de música y libros, 2.200 ediciones “raras” (1500-1820), incluyendo 320 cinquecentine y 8 incunables, 11.000 manuscritos, publicaciones periódicas 125 extintos, 98 publicaciones periódicas, 30.000 folletos, una discoteca cerca de 2.500 unidades de discos, cintas, discos compactos, casetes de vídeo y audio.

La biblioteca se adhiere desde su creación, el Servicio Nacional de Bibliotecas (SBN) y forma parte del “polo” gestionado por el Archivo Biblioteca Capitolina. A la base de datos SBN se puede acceder desde Internet.

AVISO

Horario de apertura biblioteca:

Lunes – Martes – Miércoles – Jueves – Viernes

de 9.30 a 16.30

Sábado descanso semanal